lunes, 29 de junio de 2009

Confesión de Gerardo Reyes




En medio de su licencia no remunerada, el senior writer del Nuevo Herald de Miami, Gerardo Reyes, eligió la penumbra de la noche en el colegio Anglo Colombiano de Bogotá, sede de la cuarta edición del Festival Malpensante para confesarse bajo el siete cueros:
"La autocensura, cuando un editor o un reportero debe dejar de publicar algo porque afectaría los intereses del amigo, del político y del empresario del medio, esa información autocensurada se queda en los pasillos de las salas de redacción. Cuando el gobierno censura la SPI sale a denunciar pero cuando es el director del medio el que lo hace con el trabajo de sus periodistas o son ellos mismos los que lo hacen, entonces la ropa sucia se lava en casa. Los medios han sido muy astutos para que la autocensura, esas zonas prohibidas autoimpuestas, no les afecte en su credibilidad. De manera que no dan a conocer la citada autocensura. Es decir, los periodistas callan, se silencian, guardan el secreto. Esos secretos inundan las salas de redacción sobre todo en periodos de polarización, como el que estamos viviendo en Colombia. Hay temas que no se tocan o que se tocan como dice el director. Hay historias que definitivamente no van pero no por argumentos periodísticos sino por conveniencias personales, políticas o ecónomicas. Estoy en un medio en el que hasta ahora, después de 20 años, a pesar de trabajar temas fuertes para nuestros lectores (ejemplo: denunciar las actividades clandestinas de la fundación cubano americana) no me han censurado. Yo tampoco lo he hecho conmigo mismo. Yo vivo en parte de la autocensura de mis colegas latinoamericanos. Me llaman colegas que no pueden publicar en su país para que yo continúe la investigación y, una vez publicada fuera, ya no hay más excusas para no hacerlo".

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